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jueves, mayo 22, 2014

Galería de paleontología y anatomía comparada.

leugimfigueroa - 3:13 p. m.




La Galería de paleontología y anatomía comparada, es uno de los muchos componentes del Museo Nacional de Historia Natural, posee una de las colecciones más bella y completa de los huesos en el mundo. Inaugurada en 1898, la galería fue creado para preservar y presentar a las colecciones públicas de gran importancia histórica y científica, que se hicieron desde las grandes expediciones de los viajeros naturalistas de los siglos 18 y 19. El museo consta de dos plantas cada uno formado por una colección asombrosa de huesos fósiles y esqueletos reconstruidos de una variedad de vertebrados, incluidos los animales prehistóricos.

El más sorprendente de ellos es la Galería de Anatomía Comparada, donde más de 1.000 esqueletos de animales están llenas de una pared a lo largo de la longitud de la sala de la galería. Todos los esqueletos en el mismo sentido de crear una ilusión de un desfile masivo de los muertos como a los visitantes entrar en el espacio.


Con una variedad de muestras que van desde la generación de los mamíferos actuales y reptiles extintos, hasta las pantallas se esfuerzan por presentar la comparación directa entre las estructuras óseas, por lo que las similitudes entre las especies más obvias y adaptaciones evolutivas para tierra, mar y aire aparente.
Este museo fue fundado en 1635 cuando el médico de Luis XIII estableció un jardín de hierbas aquí, que pronto se convirtió en un gran jardín botánico y quince años más tarde, el jardín se abrió al público. El aristócrata y naturalista George-Louis Leclerc de Buffon (1707-1788) amplió el jardín en un parque, diseñada en parte en el estilo Inglés y en parte en el estilo rigurosamente geométrica. El Museo de Historia Natural se fundó formalmente en 1793 durante la Revolución Francesa. El siglo 19 vio la construcción de las galerías de hierro y vidrio de la paleontología, la botánica y la mineralogía, con invernaderos, un aviario y exposiciones edificios.
Otro lugar interesante en el museo es la Gran Galería de la Evolución, donde uno se introduce a la historia de la evolución de las diversas especies a través de docenas de ejemplares de taxidermia.













El sentido que Cuvier dio a la Anatomía fue significativamente amplio. Pensaba que había que integrar los conocimientos anatómicos y fisiológicos en un estudio unificado del organismo viviente y funcional. Su concepción de los organismos vivos mostraba la influencia de Aristóteles, pero también de Descartes: las «condiciones de existencia» de los organismos se revelaban como algo fundamental, y la coordinación funcional de los órganos en el interior del cuerpo expresaba la realización material del carácter irreducible de los seres vivos.

Por otra parte consideraba que los organismos eran esencialmente similares a las máquinas y podían, en principio, explicarse en términos físicos y químicos. Al igual que en las máquinas, todas las partes de un organismo se integraban para producir un todo funcional. La forma y las acciones de cada una de las partes estaban conectadas de modo más o menos directo con la forma y a función de todas las demás. De esto se seguía que las especies no eran meras abstracciones, como había sostenido Buffon y también Lamarck, sino unidades genuinamente discretas basadas en las necesidades de las condiciones de la existencia.

Como resultado de sus investigaciones anatómicas Cuvier formuló dos «principios racionales» o leyes que posteriormente iban a revelarse enormemente fructíferas cuando se aplicaron al estudio de los fósiles de vertebrados: la correlación de las partes se refería a la necesaria interdependencia de todos los órganos del cuerpo; así podía esperarse que todo animal carnívoro dispusiera no solamente de una dentición adecuada para una dieta tal, sino también, en correlación con este carácter, de garras adecuadas para capturar y sujetar a su presa.












El Museo iba a ser, además, institución docente: los muy abundantes puestos desiguales de las viejas instituciones fueron sustituidos por doce cátedras de igual estatus.
Entre los que ocuparon estas cátedras hay que destacar a Barthélemy Faujas de Saint-Fond (1742-1819), profesor de la incipiente ciencia de la geología, Jean-Babtiste Lamarck (1744-1829) a cargo de la zoología de invertebrados, y Ettienne Geofroy Saint-Hilaire (1722-1844) como profesor de zoología de los vertebrados. Pero los vertebrados eran también objeto de estudio de la anatomía: a este departamento se incorporó Cuvier en 1795.
El Museo fue la envidia de la Europa científica. Es cierto que las universidades alemanas estaban en cabeza en cuanto al número de profesores que mantenían, y varias escuelas de minería habían convertido a Alemania en el centro de la investigación geológica. Pero Francia compensaba en calidad lo que le faltaba en cantidad: en ningún otro lugar existía un grupo de científicos tan brillantes trabajando en un centro integrado de investigación y con gran respaldo económico. Destacaba además la juventud de algunos de ellos: Geofroy se incorporó al Museo a los veinte años, y Cuvier a los veinticinco años de edad.
El Museo asumió oficialmente un programa de investigación inspirado en los ideales baconianos, newtonianos y linneanos de la ciencia, en el sentido en que se entendían estas tres figuras a finales del siglo XVIII. El empirismo, la inducción y el rechazo a la especulación serían sus banderas. Se rechazaba explícitamente la influencia de Buffon, rechazo que no era ajeno a la vinculación de esta figura al antiguo régimen. Aunque todo esto fuera mucho más que mera retórica algunas de las figuras más destacadas del Museo eran en realidad discípulos de Buffon. En la obra de Cuvier es evidente la influencia de Buffon y de la metodología cartesiana, así como de la zoología aristotélica.