Latif Yahia sustituyó, en público, al hijo mayor de Sadam Husein
A Latif Yahia lo fueron a buscar. Su parecido con Udai, el hijo mayor de Saddam Hussein era asombroso, y así fue como lo retiraron del frente de batalla, donde combatía durante el conflicto Irán -Irak, y lo llevaron, obligado, al Palacio de la República.
No hubo una oferta sino una orden. Debía convertirse en el doble de Udai —un muchacho duro, inestable emocionalmente e inescrupuloso, con enemigos en cada rincón de Irak y alrededores— o morir, y Latif eligió salvar el pellejo.
Le modificaron facciones por medio de cirugías plásticas y le enseñaron a moverse y a hablar como su nuevo amo. Desde ese momento participó en asuntos de Estado, reuniones secretas, eventos públicos y llegó a visitar a las tropas iraquíes durante la Guerra del Golfo, mientras Udai descansaba, sano y salvo, en algún lugar de Suiza.
Latif fue el doble del heredero por cinco años. En 1996 recibió un disparo de Udai que apenas lo rozó. Luego se escapó a través de Kurdistán yencontró refugio entre las fuerzas estadounidenses que, no sólo le dieron albergue, sino que lo estimularon para que escribiera un libro. En I was Saddam''s Son ("Yo fui el hijo de Saddam"), Latif narra detalles del régimen iraquí, reproduce escenas de violencia, crimen y tortura y le pasa el plumero del resentimiento a los que lo obligaron a cambiar de nombre y de vida. Hoy vive en Londres.
Latif Yahia era uno de tantos oficiales del Ejército iraquí empantanado en la guerra contra Irán cuando, en 1987, Uday Husein, el primogénito del dictador de Bagdad, le ordenó que fuese su fidai, una palabra que significa a la vez doble y guardaespaldas.
Yahia se resistió. Llevaba siete meses en el frente, pero no estaba convencido de que, gracias a su parecido físico con el hijo de Sadam, le esperase una vida mejor. Los sicarios de Uday "me amenazaron entonces con violar a mis dos hermanas". "No tuve más remedio que aceptar".
La nueva vida de Yahia, que ahora tiene 38 años, empezó con unas operaciones maxilofaciales para que su dentadura se pareciese a la de Uday, del que había sido compañero de colegio. Visionó también vídeos en los que el joven al que debía imitar aparecía discurseando, fumando o caminando. Tras dos meses de intensa preparación, a Yahia le tocó, por fin, sustituir en público al vástago de Sadam, que ya temía ser víctima de un atentado como el que estuvo a punto de costarle la vida en 1996.
"Aquello era una salvajada permanente. Tanta violencia rutinaria trasformó mi carácter"
"He sufrido más de un intento de asesinato", recuerda Yahia, incluido uno al final de la guerra del Golfo en 1991. Poco antes había viajado a Kuwait, por orden de Uday, para "organizar el traslado a Bagdad de cientos de objetos de lujo robados y valorados en 125 millones de dólares".
También fue testigo de múltiples violaciones y sesiones de tortura. "Aquello era una salvajada permanente", afirma. "Tanta violencia rutinaria cambió mi carácter". Uday tiene la reputación de ser un sádico al que le gusta infligir sevicias a los adversarios del régimen y no dudaba en secuestrar a jóvenes y adolescentes atractivas para abusar de ellas y humillarlas.
"Lo vi de cerca pero no participé activamente en nada de ello", se justifica el antiguo doble aunque, en una entrevista en la televisión alemana, reconoció que tuvo la oportunidad de disfrutar en "fiestas y orgías".
Como otros muchos secuaces de Uday, Yahia fue víctima de uno de sus arrebatos. A mediados de 1991 disparó a su doble en una pelea en el hotel Meliá Mansour de Bagdad. Herido en un hombro, Yahia aprovechó la confusión que reinaba en la posguerra del Golfo para, tras cuatro años y medio al servicio del hijo del dictador, huir del país.
Cayó, en el norte de Irak, en manos de los guerrilleros kurdos. "Me robaron los 50.000 dólares que llevaba encima y estaban dispuestos a entregarme a Uday a cambio de más dinero". "Me rescató la CIA, que me ayudó a pasar a Turquía". El espionaje de EE UU quería saber de primera mano cómo era el círculo íntimo de Sadam.
Empezó entonces para Yahia un largo periplo por Europa -Viena, Londres, Oslo, Amsterdam, etcétera- salpicado de persecuciones por agentes de un Sadam deseoso de vengarse. En la capital austriaca un fotógrafo egipcio del semanario vienés News escuchó por casualidad, en la terraza de un café, el estremecedor relato que Yahia hacía de su vida. Se lo contó a su redactor jefe, Karl Wendl, quien, a su vez, le propuso hacer un libro.
"Comprobé previamente que Latif fue un doble", explica Wendl por teléfono. "Le llevé, por ejemplo, a un dentista para que me confirmase la operación y he visionado vídeos en los que se le ve actuar". La autobiografía de Yahia escrita por el periodista austriaco se puso a la venta en 1994, pero pasó inadvertida. Ahora, con el título Yo fui hijo de Sadam, acaba de ser publicada por Goldmann Verlag, en Alemania, y por Arcade, en EE UU.
¿Qué opina Yahia de la guerra en Irak? "Me gustaría poder luchar por mi país, pero no lo haré porque, en cuanto cruce la frontera, me matarán los esbirros de Sadam", contesta. "Hay algo que los occidentales no entienden". "Los iraquíes nos peleamos entre nosotros, pero, frente al invasor, cerramos filas y resistimos juntos". "Bush, Blair y también Aznar son ahora tan culpables como Sadam".
via:elpais
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