El profesor de derecho internacional Roger Fisher sugirió que los códigos de lanzamiento de misiles nucleares fueron implantados en el corazón de un voluntario. El presidente, que decide empezar una guerra, primero debe matar personalmente y diseccionar un inocente antes de tomar una decisión sobre la vida de millones de personas.
Como sabrán, es costumbre que un oficial de la Marina acompañe al presidente de los Estados Unidos dondequiera que vaya. Este militar lleva un portafolio negro que contiene los códigos necesarios para lanzar armas nucleares. El presidente, como es de esperarse, a la hora de dar un orden de ese tipo lo hace de manera impersonal: “En el Plan Uno SIOP la decisión es afirmativa. Comuníquelo a Alfa por la línea XYZ”; es decir, la orden ni siquiera menciona las muertes que se producirán.
En cambio, una manera fácil de crear conciencia en el Presidente sobre las muertes, sería algo sencillo: Poner el código necesario para lanzar las armas nucleares en una pequeña cápsula que se implante junto al corazón de un voluntario… Cuando se necesite el código, el Presidente mismo tendría que asesinar con sus manos al voluntario, para así obtener el código. De esta forma, el Presidente se haría consciente de lo que significa quitarle la vida a un inocente y se lo pensaría dos veces antes de hacerlo.
Cuando Fisher le planteó esa sugerencia a sus amigos del Pentágono, le dijeron: “Por Dios, es Terrible. Obligar al presidente a matar a alguien le trastornaría el juicio. Quizás nunca oprima el botón”. En cierta forma, un poco paradójico, ¿cierto?
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