YAKARTA, Indonesia, ha usado todo tipo de recursos para evitar que la gente viaje ilegalmente sobre los techos de los trenes: ha embadurnado a los intrusos con pintura roja, los ha amenazado con perros y ha apelado a la ayuda de líderes religiosos.
Ahora las autoridades apelan a una nueva táctica intimidatoria e incluso potencialmente mortífera: la colocación de hileras de bolas de concreto suspendidas por encima de los trenes a las salidas de las estaciones o al pasar por cruces de vía.
Las autoridades esperan que las pesadas bolas, que pueden golpear fuertemente la cabeza, serán suficientes para desalentar a los polizones.
"Hemos probado casi de todo, incluso colocar alambres de púas en el techo, pero parece que nada da resultado", explicó Mateta Rizahulhaq, un vocero de la compañía ferroviaria estatal PT Kereta Api. "Quizás esto lo logre".
Los trenes que atraviesan Indonesia sobre vías con escaso mantenimiento, que dejaron los colonizadores holandeses hace seis décadas, suelen estar atestados de pasajeros.
Cientos de personas que buscan escapar del hacinamiento se trepan al techo. Algunos lo hacen para evitar pagar el pasaje. Otros lo hacen porque, pese a los peligros que dejan decenas de muertos o heridos por año, lo consideran divertido.
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