Masabumi Hosono fue el único japonés a bordo del "Titanic" - trabajó como funcionario en el Ministerio de Transporte de Japón. Durante su misión en Rusia y Londres, estaba a bordo del "Titanic", como un pasajero que viaja en segunda clase.
Hosono se encontraba en su camarote de segunda clase cuando llaman a su puerta para advertirle de que se pusiera el chaleco salvavidas y se fuera hacia los botes, pero en el camino, y por dos ocasiones, los oficiales del barco le cierran el paso pensando que sería un pasajero de tercera clase. Por fin, al tercer intento logra burlar a un guardia y continúa rumbo a su salvación. ¿Había alguien realmente consciente de lo que estaba sucediendo en el barco? Sí, claro, su capitán,Edwuard John Smith, el ingeniero y constructor del barcos, el armador, pero se reservan la información con el fin de no provocar el pánico entre el pasaje, ya que había más de 2.200 personas a bordo y los botes sólo tenían capacidad para 1.178. Incluso los oficiales al mando de la evacuación no eran conocedores de la situación en la que se encontraban.
Retener esta información les ayudará a evacuar en orden a los viajeros, pero también provoca un gran número de muertes. Si la propaganda decía que un buque como el Titanic no podía naufragar, ¿para qué subirse a un bote salvavidas y enfrentarse al mar?
Hosono debió presentir algo, porque él sí se subió a uno de los tres botes que finalmente dejaron el barco. Antes de subir, de pie, al lado del marcado con el nº 10, se preparaba para lo peor según narra en una carta que envió a su esposa una vez a salvo:
“Traté de prepararme para el último momento, sin agitación, pensando en no hacer nada que fuera deshonroso [para un japonés], pero me encontré buscando cualquier oportunidad que me permitiera sobrevivir.” Esa oportunidad llegó instantes más tarde, cuando un oficial incapaz de convencer a mujeres y niños para que subieran al bote, indica en voz alta que aún quedan plazas disponibles. Hosono ve a un hombre saltar a su interior.
“Estaba sumido en mis pensamientos, desolado, pensando que ya no volvería a ver a mi amada esposa ni a mis hijos y que no había otra alternativa para mí que compartir el mismo destino que el Titanic, pero ver a aquel hombre me hizo saltar a mí también.” ¿cómo es posible que murieran mujeres y niños y se hubieran salvado numerosos hombres? ¿Los habrían echado de los botes? Y Hosono fue quien recibió las más duras críticas por parte de… sus compatriotas, quienes le acusaban de no haber escogido tener una muerte honorable y, lo que era peor, haberlo hecho a la vista de todo el mundo.
Hosono fue tachado de cobarde por la prensa de su país, tildado de inmoral por los profesores de la universidad, quedó plasmado en los libros de texto como el hombre que había humillado a su patria, y se pedía públicamente que se suicidara siguiendo el ritual del seppuku para restablecer su honra. Fue despedido de su trabajo, aunque readmitido a las pocas semanas, pero su carrera profesional y su vida como persona, se hundieron junto al barco del que consiguió escapar.
En Japon existe el Código de Bushido, que es un código ético estricto y particular al que muchos entregan sus vidas, se exige lealtad y honor hasta la muerte.
Hosono no se suicidó, nunca volvió a hablar de lo sucedido y prohibió terminantemente que se hablara de ello en su casa. Al morir el año 1939 rodeado de la mayor ignominia, la carta que escribió en aquellos trágicos momentos a su esposa se sumió en el olvido hasta el año 1997, cuando con el estreno de la pelicula titanic, se despertó en el público japonés el interés por la suerte de su compatriota muerto en aquel triste suceso. Entonces, y sólo entonces, se le comenzó a recordar sin rencor.
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